domingo, 21 de noviembre de 2010

Antonio Guzmán Blanco

Antonio Guzmán Blanco nació en Caracas un 28 de febrero de 1829. Estudió Derecho en la Universidad de Caracas y sus viajes le dieron una gran experiencia en la política y en la administración pública. Estuvo en Estados Unidos como Secretario de la Legación de Venezuela en Washington. Pero la verdadera carrera política y militar de Guzmán Blanco la inicia en 1859, cuando se origina la Guerra Federal y el futuro caudillo liberal se alinea al lado de Juan Crisóstomo Falcón y de Ezequiel Zamora. Al triunfar la Revolución, en 1863, pasa Guzmán Blanco a formar Gobierno. En 1870 el mismo encabeza una revolución y logra entronizarse a la manera de los dictadores; en 1873 es electo Presidente de la República y gobierna en forma progresista hasta 1877; este período se conoce con el nombre de Septenio; luego asciende al poder Linares Alcántara, quien muere repentinamente y es Guzmán Blanco quien se encarga de nuevo de la Presidencia, desde 1879 hasta 1884, es decir, el período llamado Quinquenio; de 1884 a 1886 gobernó Joaquín Crespo, tornó a mandar Guzmán Blanco desde 1886 a 1888, período conocido con el nombre de Bienio. Durante estos tres períodos Guzmán fue un autócrata, hizo un gobierno personalista y acomodó la Constitución a su conveniencia; sin embargo, la historia le reconoce el papel de civilizador, de modernizador de la Venezuela que él vivió. Hizo caminos a través del país, fomentó la agricultura y la instrucción (a él se le debe el decreto de instrucción pública y obligatoria, de 1870).
Aunque el general Antonio Guzmán Blanco no estuvo en todo momento a la cabeza del Estado durante los años 1870-1888, se considera como su gobierno el lapso prolongado en el cual ejerce un influjo, apenas distorsionado por disidencias pasajeras y existe un solo foco de poder y un intento peculiar de centralización, que puede considerarse fundamental en el proceso de organización del Estado nacional. Aunque a la postre se diluye en beneficio de los factores dispersos de autoridad, entonces esenciales, que no logra liquidar, como los caudillos mayores y menores, su régimen conforma un ensayo de estabilidad cuya orientación hacia la modernización permite reordenar la economía y confinar en un molde relativamente homogéneo el desarrollo de la vida civil, después de un devastador ciclo de guerras intestinas. Durante casi 2 décadas, de 1870 a 1888, Antonio Guzmán Blanco dominó la escena política venezolana. Bien como presidente, o en los interregnos desde Europa, su influencia marcó a la Venezuela del siglo XIX. Guzmán Blanco fue el primer jefe de Estado venezolano, a partir de 1830, que combinó en sí los talentos de un gran político y un eficiente administrador. Su habilidad política y su capacidad administrativa no explican por sí solos el hecho de que él se destacase como un importante estadista durante aquellos años; un elemento adicional es que se propuso integrar a Venezuela en la corriente de modernización que se estaba dando, particularmente en Europa, durante las últimas décadas del siglo XIX. Con este objetivo atrajo inversiones extranjeras, utilizándolas en la modernización del sistema de transporte venezolano y la explotación de los recursos mineros del país. Guzman Blanco creo diversos acuerdos con los grupos políticos y económicos que ejercían una influencia marcada en la vida nacional. Durante todo el período republicano, los comerciantes, los caudillos regionales y los hacendados habían tenido diferencias importantes que llevaron a una situación de continuos enfrentamientos, los cuales desangraron económica y políticamente al país, impidiendo el buen funcionamiento del gobierno. Así, los comerciantes clamaban por el establecimiento de un vigoroso Gobierno central, capaz de ejercer el control económico y fiscal en todo el país. Por su parte, los caudillos regionales (que eran en general grandes hacendados) rechazaban tal concentración en Caracas. En una postura intermedia se hallaban la mayoría de los demás hacendados y otros agricultores, quienes parecían proclives a brindarle su apoyo a cualquier gobierno que respaldara su proyecto de establecer un banco agrícola que les proporcionase crédito barato y a plazos largos. Tal era la situación con la que Guzmán Blanco se enfrentaba. Su política de conciliación logró establecer un equilibrio con 2 de esos grupos de intereses: los caudillos regionales y los comerciantes. De esta manera pudo alcanzar el éxito en una empresa en la cual sus predecesores habían fracasado, e instaurar un régimen que gozó de gran estabilidad política y prosperidad económica como no los había tenido el país desde hacía mucho tiempo. Guzmán Blanco logro equilibrar ambos sectores, creando un ambiente de armonía donde el dominaba.
Antonio Guzmán Blanco, fue, sin dudas, el caudillo de mayor relieve surgido de la Guerra Federal. Ejerció el gobierno, directa e indirectamente, por 22 años y su influencia se extendió por un período aún mayor. Su obra de gobierno la realizó en tres etapas o períodos, el Septenio (1870- 1870), seguido por el período presidencial de Francisco Linares Alcántara; el Quinquenio (1879-1884) seguido por la presidencia de Joaquín Crespo; y el Bienio, (1886-1888) a la mitad del cual quedó encargado del mando Hermógenes López por haberse marchado Guzmán Blanco a Europa en un viaje que iba a resultar sin retorno. El Primero, de siete años, 1870-77, recibe el nombre de "Septenio", y es considerado como uno de los períodos más fecundos y progresivos de la historia venezolana. 

El Septenio (1870-1877) I

El comienzo de la preeminencia de Antonio Guzmán Blanco puede situarse en 1870, cuando se convierte en jefe de la Revolución de Abril que habría de conducirlo al poder. Derrocado en 1868 elgobierno de Juan Crisóstomo Falcón, los «azules» victoriosos persiguieron a Guzmán Blanco, quien se refugió en 1869 en Curazao. El verse convertido en blanco de los ataques del gobierno «azul» hizo que los liberales lo estimaran como un futuro dirigente. Pensando en su figura de personaje molestado por los Godo, desde el último trimestre de 1869, calificados caudillos de la Federación, como José Ignacio Pulido, Matías Salazar, Francisco Linares Alcántara, León Colina y Joaquín Crespo, entre otros, habían iniciado la guerra contra José Ruperto Monagas, cuyo gobierno juzgaban autoritario e ilegítimo; pero carecían de la coordinación precisa para liquidar a los «azules». La adquieren cuando Guzmán Blanco desembarca en Curamichate, el 14 de febrero de 1870, precedido de un importante envío de armas y municiones. Reunido con las fuerzas de Colina y de otros jefes, como Enrique Díaz, marcha hacia San Felipe, donde dominaba Hermenegildo Zavarce. El 22 dirige desde San Felipe, un Manifiesto a los pueblos donde invoca la Constitución de 1864, que consagraba el derecho de insurrección y hace un recuento de las libertades violadas por José Ruperto Monagas. Mientras en Caracas agonizaba el régimen «azul», Guzmán Blanco organizaba el 24 de marzo la marcha sobre Caracas de los distintos ejércitos que reconocían su jefatura. El 22 de abril, luego de haber incorporado las fuerzas de Linares Alcántara, estaba en Los Teques. Allí recibió el 23 una comisión del Congreso, en busca de avenimiento, a la cual hizo una serie de proposiciones ventajosas para los «azules», que éstos rechazaron. Guzmán Blanco, entonces, al mando de 8.000 hombres, inicia el 26 de abril el ataque a la capital. Los «azules» apenas alcanzaban a 1.600 hombres. El 27 estaba tomada la ciudad con la derrota completa de sus defensores. El mismo día Guzmán Blanco lanza un manifiesto convocando a un Congreso de Plenipotenciarios, declara en vigencia la Constitución de 1864 y nombra su gabinete en la siguiente forma: Interior y Justicia, Diego Bautista Urbaneja; Hacienda,Jacinto Gutiérrez; Crédito Público, Francisco Pimentel y Roth; Guerra y Marina, José Ignacio Pulido; Relaciones Exteriores, Antonio Leocadio Guzmán; Fomento, Martín J. Sanabria. Aun cuando la guerra se prolongará hasta comienzos de 1872, Guzmán Blanco inaugura un lapso estable de administración que modifica los rasgos del proceso precedente, a través de una férrea orientación hacia el centralismo político y la modernización del país. El 7 de mayo dicta varios decretos importantes. En ellos se declaraba que el Estado asumía las deudas de los trabajadores que habían abrazado la causa de la revolución; se redimían los censos; se reorganizaba la Universidad Central de Venezuela; se creaba un Conservatorio de Bellas Artes y se procedía a reestructurar la Alta Corte Federal. El 27 de junio de 1870, Guzmán Blanco dicta el decreto de Instrucción Primaria Pública y Obligatoria; se estableció, para cumplir este cometido, la Dirección Nacional de Instrucción Primaria. El 11 de julio se reúne en Valencia un Congreso de Plenipotenciarios, presidido por Antonio Leocadio Guzmán, al cual asisten sólo 15 plenipotenciarios porque no acudieron los de Coro, Maracaibo, y los Andes. Designa presidente provisional a Guzmán Blanco y primer y segundo designados a los generales José Ignacio Pulido y Matías Salazar. Además, autoriza al presidente para convocar a elecciones. El occidente, donde los «azules» habían logrado hacerse fuertes, fue objeto de atención especial por parte de Guzmán Blanco. Destacó allí como comandante en jefe al general Matías Salazar, quien logró derrotarlos el 21 de septiembre de 1870 en la batalla de Guama, mientras otro jefe guzmancista, el general Rafael María Daboín, los vencía en Trujillo. Puerto Cabello se había pronunciado por Guzmán Blanco con la hazaña de Venancio Pulgar, quien logró insurreccionar el castillo Libertador donde estaba prisionero. El golpe permite a Guzmán Blanco una dirección más cómoda de la campaña, que orienta a la aniquilación de los ejércitos de occidente. Nuevas victorias en Carabobo, Cojedes y Yaracuy, abren la ruta para una marcha afortunada hacia Trujillo, cuya resistencia es definitivamente superada. Pronto ocurre lo mismo en Los Puertos de Altagracia y en la ciudad de Maracaibo. Para entonces comienzan los caudillos a quejarse de la actitud de Matías Salazar, guerrero valiente y popular que ejecuta la campaña a su manera. Mueve a sus contingentes con exagerada autonomía, faltando a las instrucciones que le da Guzmán Blanco desde Puerto Cabello. La conducta de Salazar, junto con la evidente participación del clero a favor de los «azules», son los elementos que mayores problemas causan. Sin embargo, la campaña continúa hacia el oriente: bien dotados de hombres y pertrechos, José Eusebio Acosta y José Ignacio Pulido logran contrarrestar el dominio que allá mantenían los generales «azules» Adolfo Antonio Olivo y Pedro Ducharne. Desde Puerto Cabello, Guzmán Blanco, quien se hallaba en campaña, anunció al encargado de la presidencia la victoria de Guama y le ordenó que pidiese al arzobispo Silvestre Guevara y Lira que oficiase un tedeum al que asistiría el Gobierno a dar gracias, en representación de todos los liberales de Venezuela, a la «…infinita bondad del Eterno…», por ese triunfo. El ministro del Interior, Diego Bautista Urbaneja, se dirigió al arzobispo el 26 de septiembre de 1870 informándole que el jueves 29 se debía cantar el tedéum instándole a tomar las medidas conducentes. El arzobispo respondió que difería la celebración del acto religioso hasta tanto el Gobierno procediera a dictar un decreto de amnistía que restableciese la unidad y la paz entre venezolanos. Tal conducta significaba a los ojos del presidente una intromisión en los asuntos políticos, por lo cual Guevara y Lira fue expulsado del territorio nacional, medida seguida por otras adoptadas por el Ejecutivo con el objeto de delimitar las potestades civil y eclesiástica. El conflicto se agudiza cuando Guzmán Blanco restituye a la Universidad la Facultad de Ciencias Eclesiásticas que venía funcionando en el Seminario Diocesano, expropia la parte sur del convento de las monjas Concepciones y el templo de la Trinidad (11.9. 1872) y extingue los seminarios (21.9.1872).

El Septenio (1870-1877) II

 Al poco tiempo de su consolidación inicial en el poder, Antonio Guzmán Blanco tuvo que hacerle frente a la disidencia de algunos de sus generales. La más seria fue la de Matías Salazar, uno de los más valerosos guerrilleros federales, quien era segundo designado y se le había confiado la segunda jefatura del ejército y la presidencia de un importante estado. Sin embargo, aduciendo que Guzmán Blanco había traicionado la Revolución Liberal, empezó a conspirar en su contra. Debelado su movimiento, Guzmán Blanco le sugirió un viaje al exterior, previa renuncia de la segunda jefatura del Ejército y de la presidencia del estado Carabobo. Salazar recibió 20.000 pesos y salió acompañado de Felipe Larrazábal, quien, a su vez, recibió 10.000 pesos para acompañarlo y aconsejarlo prudentemente. Para mediados de 1871, la situación militar aún no estaba consolidada. En occidente el jefe «azul» Manuel Herrera todavía daba que hacer y en el oriente, el general Adolfo Olivo, el Chingo, a pesar de la derrota, todavía se mantenía en armas. A esto se sumaba la actitud de Matías Salazar, quien, desde Curazao, publicó un violento manifiesto contra Guzmán Blanco prometiendo restituir al país las libertades que le habían sido conculcadas. A fines de agosto, los «azules», mandados por Olivo, se apoderaron de Ciudad Bolívar, lo cual les proporcionó recursos de todo género, les aseguró la comunicación con Trinidad y les permitió la coordinación con las tropas «azules» de los llanos y occidente. Guzmán Blanco decretó entonces el bloqueo de las costas orientales y las bocas delOrinoco y, al enterarse de la ocupación de San Fernando por Olivo, empezó a organizar una gran expedición para batirlo. El 15 de noviembre de 1871, sale hacia el Apure. El 2 de diciembre pasa revista a sus tropas que suman 4.500 soldados. El 27 de diciembre, se le añaden los corianos de Colina, llegando a reunir 6.000 hombres. El 31 le pone sitio a San Fernando. Se combate desde el 1 al 5 de enero de 1872, cuando Guzmán Blanco cruza el río por Caño Amarillo y se apodera de la ciudad. Olivo, a quien se había unido Herrera, es perseguido por la caballería de Joaquín Crespo y batido por éste en el Paso Real del Arauca. Con esta batalla quedaba vencida «la oligarquía», como decía Guzmán Blanco. Guayana no tardó en pronunciarse por el guzmancismo. El general Matías Salazar, mientras tanto, persistía en sus propósitos revolucionarios a pesar de haber fracasado en su primera expedición de prueba a las costas corianas. Con intenciones de unirse a los «azules» de Trujillo, se acerca a Cúcuta, tiene noticias de la destrucción de sus posibles aliados y sin embargo, penetra en Venezuela logrando reunir apenas 1.000 hombres. Guzmán Blanco toma personalmente la dirección de la campaña y desata contra Salazar una encarnizada cacería humana con los más capaces de sus generales. En Tinaquillo, el 29 de abril de 1872, se estrella Salazar con las fuerzas de Colina y desde entonces se convierte en fugitivo. El 10 de mayo es hecho prisionero y conducido a Tinaquillo. Guzmán Blanco forma un Consejo de Guerra presidido por Pulido y Colina, en el cual toman parte los generales Julián Castro (el ex presidente), Juan Bautista García, Venancio Pulgar, Francisco Linares Alcántara,Miguel Gil, Rafael Petit, Jesús María Lugo, Pedro Bermúdez Cousin, entre otros. El 15 se abre el juicio. En una sola sesión de nueve horas y media se concluye: Salazar es condenado a la pena de muerte con degradación. El 16 es ratificada la sentencia por Guzmán y el 17 de mayo de 1872 el general Matías Salazar es fusilado. Tocó al general Julián Castro comandar el pelotón de fusilamiento. Podría decirse que la intención que movió a Guzmán Blanco a promover el sacrificio de Salazar fue el ahogar el caudillismo venezolano e impedir que se repitiera la anarquía que tuvo su edad de oro con Falcón. A pesar de todos esos conflictos, Guzmán Blanco no descuidó las labores administrativas. Abolió los peajes, que constituían tradición secular, e inició los trabajos de las carreteras del este y del sur de Caracas. Simultáneamente, ordenaba el remozamiento de la plaza Bolívar de la capital. El 3 de noviembre de 1870, dicta un decreto de especial significación: el de la fundación de una Junta de Crédito Público, con el objeto de buscar fórmulas para la amortización de la deuda y la movilización de capitales. Gracias a los oficios de esta junta, logra el ministro de Hacienda, Jacinto Gutiérrez, crear una Compañía de Crédito destinada a proporcionar anticipos al Gobierno sobre las rentas públicas y ocupadas de hacer más expeditas las demás operaciones fiscales. Participan en la compañía importantes comerciantes de Caracas: Eraso Hermanos, H.L. Boulton y Cía., Juan Röhl y Cía., Santana Hermanos, Calixto León y Cía. De este modo, el régimen se alía con los comerciantes-financistas para la ejecución de un proyecto común de saneamiento fiscal. Se involucra así al sector privado en los planes oficiales, como punto de partida de un nexo necesario para desarrollar una gestión a largo plazo. En enero de 1871, Guzmán dicta otro decreto de entidad para la fundación de una burocracia coherente al servicio del Estado y proporcionarle a éste los datos necesarios para dirigir su acción: en el Ministerio de Fomento crea la Dirección General de Estadística y obliga a los empleados públicos a remitir a la misma los datos que pida con el objeto de contabilizar los recursos disponibles en el país. El decreto preveía la realización de un censo nacional bajo la coordinación de Andrés Aurelio Level, director de Estadística. Una nueva disposición de trascendencia expide Guzmán Blanco el 11 de mayo de ese mismo año: el decreto sobre moneda nacional. Venezuela, en adelante, tendría monedas de oro, plata y cobre y la unidad monetaria sería el «venezolano». Este decreto fue esencial en el proceso de ordenación económica, pues la circulación de las monedas extranjeras, hasta entonces totalmente libre y única, queda limitada y controlada. Años más tarde, en 1879, el «bolívar» se convertirá en la unidad monetaria nacional. El proyecto de organización del Estado planteado por Guzmán Blanco incluye también su propia glorificación; en todas las conmemoraciones cívicas, se hace alabar como la figura mayor de la historia venezolana, exceptuando el Libertador Simón Bolívar. El 27 de febrero de 1873, se reúne el Congreso presidido por Antonio Leocadio Guzmán y, ante él, presenta su Mensaje Guzmán Blanco. Allí pide la reforma de la Constitución en el sentido de que el voto secreto sea sustituido por uno público y firmado; que se establezca la responsabilidad de los empleados públicos y por último, que se reduzca el período constitucional y de todos los cargos elegidos a 2 años en lugar de 4. El 15 de abril, el Congreso escrutó los votos para presidente: Guzmán Blanco resultó electo. En los estados fueron elegidos la mayoría de los generales guzmancistas. El Congreso eligió designados a los generales Linares Alcántara y Crespo. En abril de 1874, empezaron a tratarse en la Cámara de Diputados las reformas constitucionales. El voto público y firmado, la responsabilidad de los empleados, la supresión de designados, sustituyendo al presidente uno de sus ministros, así como la reducción del período constitucional fueron aprobados e incorporados al texto constitucional. Meses después, a fines de 1874, se levantaron en armas 2 de sus antiguos aliados, los generales José Ignacio Pulido y León Colina, criticando la reforma constitucional. Guzmán Blanco lanzó contra ellos una poderosa maquinaria militar de unos 20.000 hombres. Pulido fue vencido y hecho prisionero por el general Víctor Rodríguez. En cuanto a Colina, que llegó a reunir un ejército de 4.000 hombres, fue rechazado en Barquisimeto por las fuerzas del general Rafael Márquez y no tardó en llegar a un acuerdo por el cual entregaba sus armas y municiones y tanto él como los demás jefes principales del movimiento saldrían del país. En febrero de 1875 la paz se hallaba restablecida. Mientras todos estos sucesos se desarrollaban, Guzmán Blanco, entre 1873 y 1876, había proseguido su enfrentamiento con la Iglesia. Pasos en este proceso, además de los ya mencionados de 1870-1872, son: la instauración del matrimonio civil; la secularización de los cementerios; la supresión de las primicias que los fieles daban a la Iglesia; el destierro del obispo de Mérida, Juan Hilario Bosset, por haber desconocido la ley de matrimonio civil; el establecimiento del registro de estado civil; la supresión de los conventos de monjas; el destierro del arzobispo Silvestre Guevara y Lira por falta de residencia, de acuerdo con el Concilio de Trento, y declara vacante el arzobispado y nulos los actos de Guevara y Lira. En 1874 logra que el obispo de Guayana, José Manuel Arroyo, acepte la investidura episcopal, pero el Vaticano censura la conducta de éste, quien se retracta. El papa Pío IX, deseoso de ponerle fin al conflicto, designó entonces como vicario apostólico al delegado pontificio residente en Santo Domingo, fray Roque Cocchia, para que levantase las suspensiones y entredichos impuestos por el arzobispo Guevara y Lira. Guzmán Blanco le niega a Cocchia la entrada al país y amenaza con crear una Iglesia nacional venezolana, separada de la obediencia de Roma, lo cual no pasa de ser una mera intención. Al poco tiempo, Cocchia logra que Guevara y Lira renuncie al arzobispado y la paz religiosa se restablece en Venezuela, con la designación de un arzobispo grato al Gobierno y a Roma, el presbítero José Antonio Ponte, quien será consagrado en noviembre de 1876. En mayo de 1875, Guzmán había inaugurado el debate electoral, pidiendo que surgiesen por lo menos una docena de candidatos, pero que todos fueran servidores de la Revolución de Abril. Así, la discusión eleccionaria se ramifica dentro de la familia liberal. Diversos periódicos lanzan sus candidatos: El Voto Popular se pronuncia por el general Jacinto Regino Pachano; La Revolución de Abril y El Estudiante por el general Hermenegildo Zavarce; El Demócrata y El País, por el general Francisco Linares Alcántara; El Ciudadano por Carlos Arvelo; El Sufragio por el general José Eusebio Acosta; El Tiempo por el general Jacinto Gutiérrez. En otras partes del país, surgen las candidaturas de Juan Bautista Dalla-Costa, de Diego Bautista Urbaneja, de Lucio Pulido y del general Domingo Monagas. Todas las candidaturas se van a reducir en síntesis a las de Zavarce y Linares Alcántara, éste último candidato de Guzmán Blanco. Llevadas a cabo las elecciones, el Congreso procede a su escrutinio. Ninguno de los candidatos obtuvo la mayoría legal, por lo que la votación se concretó entre Zavarce y Linares Alcántara. El segundo fue electo presidente de la República por el voto de 14 estados.

El Septenio (1870-1877) III

Durante el Septenio y de un modo especial los años 1873-1877, la administración de Guzmán Blanco se distinguió por la realización de numerosas obras públicas y de ornato. Caracas, sobre todo, empezó a tomar otro aspecto. El Capitolio Federal fue concluido en su primera etapa en febrero de 1873, aun cuando la construcción total no se completó sino en 1877. El 7 de noviembre de 1874, fue inaugurada en la plaza Bolívar de Caracas la estatua ecuestre del Libertador, obra del escultor italiano Adán Tadolini, que hoy se halla en ella. En octubre de 1875 y enero de 1876, sendas estatuas de Guzmán Blanco fueron develadas en Caracas. La primera, cuya erección fue decretada por el Congreso, era ecuestre y se hallaba situada entre el Capitolio y la Universidad; la segunda, que había sido levantada por acuerdo del Concejo Municipal de Caracas, fue colocada en la colina de El Calvario que domina a la ciudad. El antiguo templo de la Santísima Trinidad fue transformado en Panteón Nacional en 1875, y a él fueron trasladados, el 28 de octubre de 1876, los restos mortales del Libertador que, desde 1842, reposaban en la cripta de la familia Bolívar en la catedral de Caracas. Todos los historiadores coinciden en que el Septenio fue la etapa más fructífera del régimen de Guzmán Blanco, aun cuando su política estuvo muy lejos de satisfacer a todos. Entre los descontentos estaban los hacendados, quienes no lograron que el Gobierno llevase a cabo una política agraria satisfactoria. El presidente se negó a promover el Instituto de Crédito el cual debía, según las intenciones de los hacendados, facilitarles préstamos a bajo interés. Este rechazo provenía, en parte, de su alianza con la élite comercial y financiera. Su actitud negativa hacia aquel instituto ilustraba también sus preferencias por una ayuda indirecta del Gobierno al sector agropecuario más bien que mediante un subsidio otorgado de los fondos públicos. El impuesto nacional de tránsito (en vez de los peajes), y la importancia conferida por el Gobierno a la mejora de las vías de comunicación, brindaban beneficios indirectos a los hacendados, puesto que mejores carreteras facilitaban el movimiento de los productos y reducían los costos de transporte. En lo referente a los caudillos, la política de Guzmán Blanco consistió en dejar en manos de ellos el mantenimiento de la paz en sus respectivos estados e intervenir tan sólo cuando todos los otros medios para asegurarla hubiesen fallado. De esta manera terminó con la anarquía que reinaba en el país. 

Clima de PAZ infundido por Guzman Blanco

El clima de paz que Guzmán Blanco logró en la República, le permitió llevar a cabo importantes medidas en el orden económico y fiscal. Los derechos de importación y de exportación habían subido de un 30% en 1830, a más de 100% en 1863, del valor de las mercancías. Guzmán Blanco rebajó los impuestos de importación en un 70% y eliminó prácticamente los de exportación. Igualmente suprimió los peajes y derechos de cabotaje que se cobraba al comercio interior, por llevar las mercancías de un sitio a otro de la República. Los quince años de paz de la autocracia de Guzmán Blanco fueron de gran recuperación de la ganadería y la producción agrícola, diezmadas como consecuencia de las continuas guerras civiles desde 1830. El rebaño vacuno, calculado en 1858 en 12 millones de cabezas, se había reducido a 5.400.000.

Cuando terminó el gobierno de Guzmán, el número de cabezas de ganado había subido a más de 8.000.000. La producción agrícola, la pesca, las minas, el comercio interior y en general, todas las actividades económicas, experimentaron un notable progreso en comparación con la precaria situación en que se encontraban a raíz de la guerra federal.

Esta prosperidad fue la causa principal de la estabilidad del gobierno de Guzmán, y se debió en gran medida a los precios altos que tuvieron en aquellos años, los principales frutos de exportación, café, cacao, algodón. En aquel tiempo se comenzó a exportar caucho, dividive y plumas de garza. Hay que mencionar también, en este balance del período de Guzmán, la reducción de la deuda interna y externa; el aumento considerable del comercio exterior y el incremento del presupuesto de gastos del gobierno, que llegó a 50 millones.

Por último, Guzmán Blanco se ocupó de sanear y estabilizar la moneda. Por Ley del 11 de mayo de 1871 estableció el fuerte o "venezolano" como moneda nacional, incorporando por primera vez la efigie del Libertador en nuestro signo monetario. Se mandó fundar una casa de moneda, "El Cuño", que funcionó entre 1886-89; y en 1879 se derogó la Ley de 1871 y se estableció como moneda nacional, el Bolívar, dividido en 100 céntimos, que se conserva hasta hoy.

En resumen, durante el Septenio, estableció y saneó el crédito público, organizó la Hacienda; se ocupó de la administración y las mejoras infraestructurales; garantizó el éxito del Partido Liberal que comenzó a llamarse el Gran Partido Liberal Amarillo e hizo prevalecer la potestad temporal en su conflicto con la Iglesia. Datan también del Septenio las características ególatras de su personalidad que se agudizan en el Quinquenio y que van a deformar y a desviar su labor creadora de gobernante, la cual también se ve empañada por la forma como dispuso, en provecho personal y de los suyos, de las ventajas que brindaba el manejo del erario nacional.

Restos de Guzmán Blanco en el PANTEÓN NACIONAL

Al culminar el gobierno de Guzmán Blanco, en 1888, él estando en París, es elegido Juan Pablo Rojas Paúl como presidente sucesor y Guzmán Blanco se queda en París hasta su muerte en 1899. Guzmán Blanco vivió muchos años en París y otras ciudades europeas y percibió muchos de los cambios que se produjeron durante el siglo XIX.

Por eso, cuando finalmente llega al poder implementa una serie de medidas tendientes a modernizar el país, y especialmente Caracas, que según los historiadores se empeñó en darle cualidades parisinas. De su gobierno resaltan la creación de la moneda moderna (el Bolívar), la instauración del himno nacional, el segundo censo nacional, la creación de la Gaceta Oficial, el Antiguo ferrocarril entre Caracas y La Guaira, la fundación de la Academia Venezolana de la Lengua, el servicio telefónico entre Caracas y La Guaira, fomento a la agricultura y a la educación (Decreto de Instrucción Pública y Obligatoria de 1870), estímulo al comercio, e importantes obras públicas entre ellos el Panteón Nacional, el Palacio Federal LegislativoTeatro Municipal, el Parque El Calvario, el Templo Masónico de Caracas, la Basílica de Santa Teresa, la Santa Capilla, la estatua ecuestre del Libertador en la Plaza Bolívar, la Plaza El Venezolano así como las fachadas del Palacio de las Academias y el Palacio de la ExhibiciónPalacio Arzobispal de Caracas y la Iglesia de San Francisco entre otras edificaciones y obras civiles.
Por otro lado, Guzmán Blanco es acusado de ser un caudillo y hacer política de una forma muy personal. A finales del Siglo XIX dotó a Caracas de cloacas y alcantarillas, aunque mal aconsejado, ordenó a que se utilizara el río Guaire como la vía principal de desagüe de las aguas residuales de la ciudad, siendo este uno de los grandes males que tiene en la actualidad la ciudad capital.

El 11 de febrero de 1876 se ordena el traslado de los restos de los próceres y ciudadanos eminentes al Panteón Nacional, en cumplimiento del Decreto de Guzmán Blanco. Ya antes, sin embargo, habían sido trasladados a la antigua iglesia de la Santísima Trinidad, los restos del Marqués del Toro, primer prócer en llegar a ese santuario de la Patria.

En realidad, para la fecha en que se inauguró el Panteón Nacional, ya muchos de los próceres estaban reposando allí. Tal es el caso de José Gregorio Monagas, Manuel Ezequiel Bruzual, Ezequiel Zamora, Juan Crisóstomo Falcón y Andrés Ibarra. Los restos mortales de Antonio Guzmán Blanco, El Ilustre Americano, arribaron el día 7 de agosto de 1999 a Venezuela procedentes de Francia, tras cumplirse 100 años de su muerte el 28 de Julio. El féretro viajó en vuelo comercial desde París y llegó al aeropuerto de Maiquetía a primera hora de la tarde, donde se rindieron honores militares.