domingo, 21 de noviembre de 2010

El Septenio (1870-1877) I

El comienzo de la preeminencia de Antonio Guzmán Blanco puede situarse en 1870, cuando se convierte en jefe de la Revolución de Abril que habría de conducirlo al poder. Derrocado en 1868 elgobierno de Juan Crisóstomo Falcón, los «azules» victoriosos persiguieron a Guzmán Blanco, quien se refugió en 1869 en Curazao. El verse convertido en blanco de los ataques del gobierno «azul» hizo que los liberales lo estimaran como un futuro dirigente. Pensando en su figura de personaje molestado por los Godo, desde el último trimestre de 1869, calificados caudillos de la Federación, como José Ignacio Pulido, Matías Salazar, Francisco Linares Alcántara, León Colina y Joaquín Crespo, entre otros, habían iniciado la guerra contra José Ruperto Monagas, cuyo gobierno juzgaban autoritario e ilegítimo; pero carecían de la coordinación precisa para liquidar a los «azules». La adquieren cuando Guzmán Blanco desembarca en Curamichate, el 14 de febrero de 1870, precedido de un importante envío de armas y municiones. Reunido con las fuerzas de Colina y de otros jefes, como Enrique Díaz, marcha hacia San Felipe, donde dominaba Hermenegildo Zavarce. El 22 dirige desde San Felipe, un Manifiesto a los pueblos donde invoca la Constitución de 1864, que consagraba el derecho de insurrección y hace un recuento de las libertades violadas por José Ruperto Monagas. Mientras en Caracas agonizaba el régimen «azul», Guzmán Blanco organizaba el 24 de marzo la marcha sobre Caracas de los distintos ejércitos que reconocían su jefatura. El 22 de abril, luego de haber incorporado las fuerzas de Linares Alcántara, estaba en Los Teques. Allí recibió el 23 una comisión del Congreso, en busca de avenimiento, a la cual hizo una serie de proposiciones ventajosas para los «azules», que éstos rechazaron. Guzmán Blanco, entonces, al mando de 8.000 hombres, inicia el 26 de abril el ataque a la capital. Los «azules» apenas alcanzaban a 1.600 hombres. El 27 estaba tomada la ciudad con la derrota completa de sus defensores. El mismo día Guzmán Blanco lanza un manifiesto convocando a un Congreso de Plenipotenciarios, declara en vigencia la Constitución de 1864 y nombra su gabinete en la siguiente forma: Interior y Justicia, Diego Bautista Urbaneja; Hacienda,Jacinto Gutiérrez; Crédito Público, Francisco Pimentel y Roth; Guerra y Marina, José Ignacio Pulido; Relaciones Exteriores, Antonio Leocadio Guzmán; Fomento, Martín J. Sanabria. Aun cuando la guerra se prolongará hasta comienzos de 1872, Guzmán Blanco inaugura un lapso estable de administración que modifica los rasgos del proceso precedente, a través de una férrea orientación hacia el centralismo político y la modernización del país. El 7 de mayo dicta varios decretos importantes. En ellos se declaraba que el Estado asumía las deudas de los trabajadores que habían abrazado la causa de la revolución; se redimían los censos; se reorganizaba la Universidad Central de Venezuela; se creaba un Conservatorio de Bellas Artes y se procedía a reestructurar la Alta Corte Federal. El 27 de junio de 1870, Guzmán Blanco dicta el decreto de Instrucción Primaria Pública y Obligatoria; se estableció, para cumplir este cometido, la Dirección Nacional de Instrucción Primaria. El 11 de julio se reúne en Valencia un Congreso de Plenipotenciarios, presidido por Antonio Leocadio Guzmán, al cual asisten sólo 15 plenipotenciarios porque no acudieron los de Coro, Maracaibo, y los Andes. Designa presidente provisional a Guzmán Blanco y primer y segundo designados a los generales José Ignacio Pulido y Matías Salazar. Además, autoriza al presidente para convocar a elecciones. El occidente, donde los «azules» habían logrado hacerse fuertes, fue objeto de atención especial por parte de Guzmán Blanco. Destacó allí como comandante en jefe al general Matías Salazar, quien logró derrotarlos el 21 de septiembre de 1870 en la batalla de Guama, mientras otro jefe guzmancista, el general Rafael María Daboín, los vencía en Trujillo. Puerto Cabello se había pronunciado por Guzmán Blanco con la hazaña de Venancio Pulgar, quien logró insurreccionar el castillo Libertador donde estaba prisionero. El golpe permite a Guzmán Blanco una dirección más cómoda de la campaña, que orienta a la aniquilación de los ejércitos de occidente. Nuevas victorias en Carabobo, Cojedes y Yaracuy, abren la ruta para una marcha afortunada hacia Trujillo, cuya resistencia es definitivamente superada. Pronto ocurre lo mismo en Los Puertos de Altagracia y en la ciudad de Maracaibo. Para entonces comienzan los caudillos a quejarse de la actitud de Matías Salazar, guerrero valiente y popular que ejecuta la campaña a su manera. Mueve a sus contingentes con exagerada autonomía, faltando a las instrucciones que le da Guzmán Blanco desde Puerto Cabello. La conducta de Salazar, junto con la evidente participación del clero a favor de los «azules», son los elementos que mayores problemas causan. Sin embargo, la campaña continúa hacia el oriente: bien dotados de hombres y pertrechos, José Eusebio Acosta y José Ignacio Pulido logran contrarrestar el dominio que allá mantenían los generales «azules» Adolfo Antonio Olivo y Pedro Ducharne. Desde Puerto Cabello, Guzmán Blanco, quien se hallaba en campaña, anunció al encargado de la presidencia la victoria de Guama y le ordenó que pidiese al arzobispo Silvestre Guevara y Lira que oficiase un tedeum al que asistiría el Gobierno a dar gracias, en representación de todos los liberales de Venezuela, a la «…infinita bondad del Eterno…», por ese triunfo. El ministro del Interior, Diego Bautista Urbaneja, se dirigió al arzobispo el 26 de septiembre de 1870 informándole que el jueves 29 se debía cantar el tedéum instándole a tomar las medidas conducentes. El arzobispo respondió que difería la celebración del acto religioso hasta tanto el Gobierno procediera a dictar un decreto de amnistía que restableciese la unidad y la paz entre venezolanos. Tal conducta significaba a los ojos del presidente una intromisión en los asuntos políticos, por lo cual Guevara y Lira fue expulsado del territorio nacional, medida seguida por otras adoptadas por el Ejecutivo con el objeto de delimitar las potestades civil y eclesiástica. El conflicto se agudiza cuando Guzmán Blanco restituye a la Universidad la Facultad de Ciencias Eclesiásticas que venía funcionando en el Seminario Diocesano, expropia la parte sur del convento de las monjas Concepciones y el templo de la Trinidad (11.9. 1872) y extingue los seminarios (21.9.1872).

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