domingo, 21 de noviembre de 2010

El Septenio (1870-1877) II

 Al poco tiempo de su consolidación inicial en el poder, Antonio Guzmán Blanco tuvo que hacerle frente a la disidencia de algunos de sus generales. La más seria fue la de Matías Salazar, uno de los más valerosos guerrilleros federales, quien era segundo designado y se le había confiado la segunda jefatura del ejército y la presidencia de un importante estado. Sin embargo, aduciendo que Guzmán Blanco había traicionado la Revolución Liberal, empezó a conspirar en su contra. Debelado su movimiento, Guzmán Blanco le sugirió un viaje al exterior, previa renuncia de la segunda jefatura del Ejército y de la presidencia del estado Carabobo. Salazar recibió 20.000 pesos y salió acompañado de Felipe Larrazábal, quien, a su vez, recibió 10.000 pesos para acompañarlo y aconsejarlo prudentemente. Para mediados de 1871, la situación militar aún no estaba consolidada. En occidente el jefe «azul» Manuel Herrera todavía daba que hacer y en el oriente, el general Adolfo Olivo, el Chingo, a pesar de la derrota, todavía se mantenía en armas. A esto se sumaba la actitud de Matías Salazar, quien, desde Curazao, publicó un violento manifiesto contra Guzmán Blanco prometiendo restituir al país las libertades que le habían sido conculcadas. A fines de agosto, los «azules», mandados por Olivo, se apoderaron de Ciudad Bolívar, lo cual les proporcionó recursos de todo género, les aseguró la comunicación con Trinidad y les permitió la coordinación con las tropas «azules» de los llanos y occidente. Guzmán Blanco decretó entonces el bloqueo de las costas orientales y las bocas delOrinoco y, al enterarse de la ocupación de San Fernando por Olivo, empezó a organizar una gran expedición para batirlo. El 15 de noviembre de 1871, sale hacia el Apure. El 2 de diciembre pasa revista a sus tropas que suman 4.500 soldados. El 27 de diciembre, se le añaden los corianos de Colina, llegando a reunir 6.000 hombres. El 31 le pone sitio a San Fernando. Se combate desde el 1 al 5 de enero de 1872, cuando Guzmán Blanco cruza el río por Caño Amarillo y se apodera de la ciudad. Olivo, a quien se había unido Herrera, es perseguido por la caballería de Joaquín Crespo y batido por éste en el Paso Real del Arauca. Con esta batalla quedaba vencida «la oligarquía», como decía Guzmán Blanco. Guayana no tardó en pronunciarse por el guzmancismo. El general Matías Salazar, mientras tanto, persistía en sus propósitos revolucionarios a pesar de haber fracasado en su primera expedición de prueba a las costas corianas. Con intenciones de unirse a los «azules» de Trujillo, se acerca a Cúcuta, tiene noticias de la destrucción de sus posibles aliados y sin embargo, penetra en Venezuela logrando reunir apenas 1.000 hombres. Guzmán Blanco toma personalmente la dirección de la campaña y desata contra Salazar una encarnizada cacería humana con los más capaces de sus generales. En Tinaquillo, el 29 de abril de 1872, se estrella Salazar con las fuerzas de Colina y desde entonces se convierte en fugitivo. El 10 de mayo es hecho prisionero y conducido a Tinaquillo. Guzmán Blanco forma un Consejo de Guerra presidido por Pulido y Colina, en el cual toman parte los generales Julián Castro (el ex presidente), Juan Bautista García, Venancio Pulgar, Francisco Linares Alcántara,Miguel Gil, Rafael Petit, Jesús María Lugo, Pedro Bermúdez Cousin, entre otros. El 15 se abre el juicio. En una sola sesión de nueve horas y media se concluye: Salazar es condenado a la pena de muerte con degradación. El 16 es ratificada la sentencia por Guzmán y el 17 de mayo de 1872 el general Matías Salazar es fusilado. Tocó al general Julián Castro comandar el pelotón de fusilamiento. Podría decirse que la intención que movió a Guzmán Blanco a promover el sacrificio de Salazar fue el ahogar el caudillismo venezolano e impedir que se repitiera la anarquía que tuvo su edad de oro con Falcón. A pesar de todos esos conflictos, Guzmán Blanco no descuidó las labores administrativas. Abolió los peajes, que constituían tradición secular, e inició los trabajos de las carreteras del este y del sur de Caracas. Simultáneamente, ordenaba el remozamiento de la plaza Bolívar de la capital. El 3 de noviembre de 1870, dicta un decreto de especial significación: el de la fundación de una Junta de Crédito Público, con el objeto de buscar fórmulas para la amortización de la deuda y la movilización de capitales. Gracias a los oficios de esta junta, logra el ministro de Hacienda, Jacinto Gutiérrez, crear una Compañía de Crédito destinada a proporcionar anticipos al Gobierno sobre las rentas públicas y ocupadas de hacer más expeditas las demás operaciones fiscales. Participan en la compañía importantes comerciantes de Caracas: Eraso Hermanos, H.L. Boulton y Cía., Juan Röhl y Cía., Santana Hermanos, Calixto León y Cía. De este modo, el régimen se alía con los comerciantes-financistas para la ejecución de un proyecto común de saneamiento fiscal. Se involucra así al sector privado en los planes oficiales, como punto de partida de un nexo necesario para desarrollar una gestión a largo plazo. En enero de 1871, Guzmán dicta otro decreto de entidad para la fundación de una burocracia coherente al servicio del Estado y proporcionarle a éste los datos necesarios para dirigir su acción: en el Ministerio de Fomento crea la Dirección General de Estadística y obliga a los empleados públicos a remitir a la misma los datos que pida con el objeto de contabilizar los recursos disponibles en el país. El decreto preveía la realización de un censo nacional bajo la coordinación de Andrés Aurelio Level, director de Estadística. Una nueva disposición de trascendencia expide Guzmán Blanco el 11 de mayo de ese mismo año: el decreto sobre moneda nacional. Venezuela, en adelante, tendría monedas de oro, plata y cobre y la unidad monetaria sería el «venezolano». Este decreto fue esencial en el proceso de ordenación económica, pues la circulación de las monedas extranjeras, hasta entonces totalmente libre y única, queda limitada y controlada. Años más tarde, en 1879, el «bolívar» se convertirá en la unidad monetaria nacional. El proyecto de organización del Estado planteado por Guzmán Blanco incluye también su propia glorificación; en todas las conmemoraciones cívicas, se hace alabar como la figura mayor de la historia venezolana, exceptuando el Libertador Simón Bolívar. El 27 de febrero de 1873, se reúne el Congreso presidido por Antonio Leocadio Guzmán y, ante él, presenta su Mensaje Guzmán Blanco. Allí pide la reforma de la Constitución en el sentido de que el voto secreto sea sustituido por uno público y firmado; que se establezca la responsabilidad de los empleados públicos y por último, que se reduzca el período constitucional y de todos los cargos elegidos a 2 años en lugar de 4. El 15 de abril, el Congreso escrutó los votos para presidente: Guzmán Blanco resultó electo. En los estados fueron elegidos la mayoría de los generales guzmancistas. El Congreso eligió designados a los generales Linares Alcántara y Crespo. En abril de 1874, empezaron a tratarse en la Cámara de Diputados las reformas constitucionales. El voto público y firmado, la responsabilidad de los empleados, la supresión de designados, sustituyendo al presidente uno de sus ministros, así como la reducción del período constitucional fueron aprobados e incorporados al texto constitucional. Meses después, a fines de 1874, se levantaron en armas 2 de sus antiguos aliados, los generales José Ignacio Pulido y León Colina, criticando la reforma constitucional. Guzmán Blanco lanzó contra ellos una poderosa maquinaria militar de unos 20.000 hombres. Pulido fue vencido y hecho prisionero por el general Víctor Rodríguez. En cuanto a Colina, que llegó a reunir un ejército de 4.000 hombres, fue rechazado en Barquisimeto por las fuerzas del general Rafael Márquez y no tardó en llegar a un acuerdo por el cual entregaba sus armas y municiones y tanto él como los demás jefes principales del movimiento saldrían del país. En febrero de 1875 la paz se hallaba restablecida. Mientras todos estos sucesos se desarrollaban, Guzmán Blanco, entre 1873 y 1876, había proseguido su enfrentamiento con la Iglesia. Pasos en este proceso, además de los ya mencionados de 1870-1872, son: la instauración del matrimonio civil; la secularización de los cementerios; la supresión de las primicias que los fieles daban a la Iglesia; el destierro del obispo de Mérida, Juan Hilario Bosset, por haber desconocido la ley de matrimonio civil; el establecimiento del registro de estado civil; la supresión de los conventos de monjas; el destierro del arzobispo Silvestre Guevara y Lira por falta de residencia, de acuerdo con el Concilio de Trento, y declara vacante el arzobispado y nulos los actos de Guevara y Lira. En 1874 logra que el obispo de Guayana, José Manuel Arroyo, acepte la investidura episcopal, pero el Vaticano censura la conducta de éste, quien se retracta. El papa Pío IX, deseoso de ponerle fin al conflicto, designó entonces como vicario apostólico al delegado pontificio residente en Santo Domingo, fray Roque Cocchia, para que levantase las suspensiones y entredichos impuestos por el arzobispo Guevara y Lira. Guzmán Blanco le niega a Cocchia la entrada al país y amenaza con crear una Iglesia nacional venezolana, separada de la obediencia de Roma, lo cual no pasa de ser una mera intención. Al poco tiempo, Cocchia logra que Guevara y Lira renuncie al arzobispado y la paz religiosa se restablece en Venezuela, con la designación de un arzobispo grato al Gobierno y a Roma, el presbítero José Antonio Ponte, quien será consagrado en noviembre de 1876. En mayo de 1875, Guzmán había inaugurado el debate electoral, pidiendo que surgiesen por lo menos una docena de candidatos, pero que todos fueran servidores de la Revolución de Abril. Así, la discusión eleccionaria se ramifica dentro de la familia liberal. Diversos periódicos lanzan sus candidatos: El Voto Popular se pronuncia por el general Jacinto Regino Pachano; La Revolución de Abril y El Estudiante por el general Hermenegildo Zavarce; El Demócrata y El País, por el general Francisco Linares Alcántara; El Ciudadano por Carlos Arvelo; El Sufragio por el general José Eusebio Acosta; El Tiempo por el general Jacinto Gutiérrez. En otras partes del país, surgen las candidaturas de Juan Bautista Dalla-Costa, de Diego Bautista Urbaneja, de Lucio Pulido y del general Domingo Monagas. Todas las candidaturas se van a reducir en síntesis a las de Zavarce y Linares Alcántara, éste último candidato de Guzmán Blanco. Llevadas a cabo las elecciones, el Congreso procede a su escrutinio. Ninguno de los candidatos obtuvo la mayoría legal, por lo que la votación se concretó entre Zavarce y Linares Alcántara. El segundo fue electo presidente de la República por el voto de 14 estados.

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